Capítulos

La obra está compuesta por diez capítulos, o capas, que se van superponiendo alrededor del concepto nuclear: la metis.

Primera capa.

El libro empieza hablando de la metis, lo que representaba en su momento en la antigua Grecia y cómo hoy se puede reinterpretar en diferentes ámbitos de nuestra vida. Actualmente ya no se habla de la metis, el término ha desaparecido, pero de alguna manera el metismo sobrevive en distintos oficios. Se lo puede reconocer en la inteligencia oportunista del vendedor, en la improvisación inspiradora del músico de jazz, en la creatividad intuitiva de los publicitarios, o en el mal llamado arte de futbolistas como Lionel Messi, un jugador dotado de la astucia imprevisible de la metis.

Segunda capa.

El segundo capítulo o capa busca puntos de conexión entre la mética y la creatividad, con referencias tanto a científicos como Vilayanur Ramachandran, cineastas como Jim Jarmusch, psicólogos estudiosos de la creatividad como Mihaly Csikszentmihalyi o creativos publicitarios como Bill Bernbach. El capítulo investiga en esas estrechas relaciones entre metis y creatividad, y entre metis y arte.

Tercera capa.

La tercera capa indaga sobre la relación causa-efecto de la racionalidad lógica y nuestra obsesión por controlar y prever. Vivimos en un mundo maravillosamente desordenado, pero algo nos empuja a fragmentarlo, categorizarlo, reducirlo a trocitos y ordenar esos trocitos en colecciones. Nos hallamos todavía bajo el influjo de los racionalistas del siglo XVII, del auge de lo cuantitativo frente a lo cualitativo. Las matemáticas, los números, son solo abstracciones, inexistentes en la realidad, pero necesitamos creer en ellos porque nos ayudan a ordenar el caos, a hacernos creer que tenemos control frente a lo incierto, mientras que el azar, la ambigüedad, la complejidad, es algo que intentamos apartar porque nos hace sentir profundamente incómodos.

Cuarta capa.

El cuarto capítulo penetra en la condición humana. Básicamente habla de la intuición, una cualidad que las enfermeras del área de neonatalogía de un hospital de Ohio describían como “captar una serie de señales que ninguna de ellas en particular demuestra nada pero que en su conjunto nos transmiten algo”. En él se habla de nuestra dualidad consciente/inconsciente, y cómo nuestra parte inconsciente trabaja eficazmente para nosotros en todos los ámbitos de nuestra vida, y es útil tanto para plantear una campaña, como para dirigir una empresa, como para investigar en el ámbito de la ciencia. La dualidad nos lleva a plantearnos el origen e identidad de algo tan íntimo que nos parece realmente misterioso: la conciencia.

Quinta capa.

El quinto capítulo habla de la empresa mética, de cómo se podría entender en metismo que heredamos de la antigua Grecia en el mundo del emprendimiento de hoy, y se abordan aspectos como la atención vigilante, del descubrimiento de oportunidades únicas, el trabajo en paralelo como alternativa al trabajo en serie, la amplitud mental para abrirse paso en todas las direcciones a la vez, la adaptabilidad tan necesaria en los tiempos fluctuantes en los que vivimos, las estrategias del mimetismo e innovación, y la audacia, el coraje o la desobediencia, algo que jamás nos enseñan en la escuela pero que es imprescindible para tener éxito.

Sexta capa.

La sexta capa habla de los exploradores. De cómo movernos en entornos desconocidos, movedizos, de cómo los racionalistas radicales se enfrentan a ello linealmente, haciendo planes, intentando emplear el análisis y la precisión, y como es mejor lanzarse a la aventura con el espíritu del cazador, tomando decisiones sobre la marcha, reconociendo los momentos oportunos y aprendiendo sobre el camino. El capítulo habla de que para fletar nuestros barcos expedicionarios no necesitamos tanto de sabios lógicos de mentalidad cerrada, que ya todo lo sepan, sino méticos audaces con la ingenuidad, curiosidad y receptividad del niño. El capítulo acaba reivindicando el valor del desconocimiento, de la ignorancia, materia prima indispensable para construir el saber.

Séptima capa.

El séptimo capítulo o capa habla de las palabras y las cosas, es decir, de la percepción y la realidad. De la importancia que tienen los nombres –“el nombre de una cosa es un poco ya la cosa”, decía Ortega y Gasset- y la torpeza que tenemos en nombrarlas. El marketing coincide con el constructivismo en cuanto a que construye percepciones, y esas percepciones –las marcas- acaban siendo más importantes que las realidades que representan -los productos-. El capítulo habla de la naturaleza de las cosas, y sugiere que las cosas no son cosas, sino procesos y, si son procesos, más que describirlos deberíamos narrarlos. En esa labor deberían actuar los publicitarios, que tal vez podrían tener un papel más útil en la sociedad si en vez de dedicar su tiempo a reposicionar, pongamos, una marca de yogurt, se dedicaran a reposicionar aspectos mal posicionados en nuestra sociedad como, por ejemplo, la guerra, la enfermedad o la muerte.

Octava capa.

El octavo capítulo habla del universo vinculado, una idea relacionada con el pensamiento mético. Todo está vinculado, todo forma parte de un todo, así que si queremos entender el universo en el que vivimos, en vez de desguazar la realidad en trocitos -y destrozar los vínculos- para analizarlos al microscopio, lo que tenemos que hacer es dar un paso atrás y observar la realidad desde un punto de vista realmente global. El capítulo nos presenta la fascinante teoría de sistemas, del biólogo austriaco Ludwig von Bertalanffy, que define una biología de los seres vivos, pseudo-vivos y no-vivos, y explica el carácter orgánico, transformable, holístico –y por lo tanto mético- del universo en que vivimos, y como esas teorías han llegado hasta hoy transformadas en las llamadas ciencias de la complejidad.

Novena capa.

En la penúltima capa nos introducimos en el ámbito de la realidad –supuestamente- real. Es decir de la física. ¿Tiene algo que decirnos la mecánica cuántica a los comunicadores, la gente de marketing y el mundo de la publicidad? ¿Puede haber un punto de encuentro entre los expertos en realidades y los expertos en percepciones? Existen elementos sumamente interesantes en ese territorio, que tal vez deberían importar más a los comunicadores, a los emprendedores, a los exploradores, como el movimiento, el cambio, las distintas tipologías de cambio, los saltos de niveles, o el papel relevante del observador en la definición de un hecho, la estrecha y equívoca relación entre una experiencia y quien la vive u observa.

Décima capa.

Finalmente la décima capa regresa al concepto inicial, la metis. Habla de cómo educamos a los niños, de los niños méticos, muchos de ellos diagnosticados como víctimas de un trastorno: el TDA. El capítulo penetra en ciertas particularidades de nuestros dos cerebros, el cerebro izquierdo –lógico analítico-, que según los biólogos evolutivos se desarrolló para dedicarse a las tareas rutinarias, y el derecho –el mético-, que en los seres humanos y los animales se ocupa de gestionar los acontecimientos inesperados. El libro acaba hablando de cómo internet está transformando nuestro cerebro y lo abre al metismo –como vaticinaba McLuhan-, y cómo el metismo puede transformarnos a nosotros –en realidad liberar la metis que teníamos inhibida- y nosotros, los méticos, cambiar el mundo.